Quizá hacemos mucho caso al dolor que producen las rarezas.
¿Por qué no recordamos el placer de los te quieros?
El cariño, que nos enseñene lo que es digno aprender y deseche o perdone lo que no fue digno decir o escuchar.
Quizá el secreto sea no tener miedo al conflicto, para que cada vez sean menos y más insignificantes.
Que no sea nuestro mal, el miedo a tenerlos.
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